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Angel Díaz Bárcena

A principios del mes de septiembre del año 2004 mi madre organizó un viaje a Málaga con motivo de las vacaciones de verano. La acompañamos mi hermana y yo y nos lo pasamos realmente bien.

De Santander a Madrid fuimos en nuestro coche y en el aeropuerto de Barajas en Madrid cogimos un vuelo con destino Málaga. A lo largo de los diez días de vacaciones nos hospedamos en el Hotel “Puerto Benalmádena” que lleva el nombre de la bella ciudad malagueña, que evidentemente visitamos y de la que destacaría su puerto y su acuario, con estupendos ejemplares de tiburón y otras especies marinas.

Día a día íbamos descubriendo rincones de la llamada Costa del Sol. Salíamos pronto para aprovechar la jornada. Así, un día nos acercamos a Marbella, donde pudimos disfrutar de sus playas y contemplar la suntuosidad y lujo de sus construcciones, comercios, etc.

Asimismo, visitamos Torremolinos, que como el resto de las ciudades costeras de Málaga es eminentemente turística. En esta ocasión pasamos el día en su gran parque acuático (Aquapark) disfrutando de todas sus atracciones.

No podíamos acabar nuestras vacaciones sin visitar el puerto más lujoso de la península, Puerto Banús, con sus inmensos y estilizados Yates de grandes dimensiones, sus lujosas boutiques y sus estupendas mansiones de lo que tanto habíamos oído hablar en los medios de comunicación a través de la vida de los famosos de la llamada Jet-Set Marbellí.

De esta forma el viaje a Málaga se convirtió no solo en una visita a las principales ciudades de la costa malagueña sino algo que recordaré siempre en compañía de mi madre y mi hermana. También disfruté mucho de la enorme piscina del hotel y de las comodidades del recinto hotelero.